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Un estudio de 2018 de la Comisión Nacional de Productividad, que pasó mayoritariamente inadvertido, se refiere a los resultados de la prueba PIAAC de la OCDE para Chile. Esta mide habilidades cognitivas en la población entre 15 y 65 años, en comprensión lectora, numérica y de resolución de problemas en ambientes tecnológicos.
Resultado: “Chile se posiciona como uno de los países con peor rendimiento en términos de niveles de competencia, donde alrededor de un 50% de la población es analfabeta funcional”. Existe además “una relación directa entre el nivel de competencias y el salario por hora, mostrando mayor diferencia que los países de la OCDE entre aquellos con bajo y alto nivel”.
Peor aun, el estudio señala que “sólo el 5% de los titulados de educación superior alcanza los niveles máximos en contraste con un 23% en países OECD». Es decir, estamos dando gratuidad para lograr titulados (si es que se titulan) que en un buen porcentaje son analfabetas funcionales.
Nuestro país, en particular sus economistas, políticos y rectores universitarios, han optado por adoptar en esta materia la actitud del avestruz. Es una verdad demasiado inconveniente, y se les hace preferible proponer todo tipo de políticas educativas, pro-crecimiento, finanzas públicas y equidad, antes que asumir esta dura realidad, que muy posiblemente se agravó durante la pandemia.
Hora de aceptar que no vamos a crecer a tasas razonables, ni vamos a mejorar la equidad salarial, si los sucesivos gobiernos no adoptan una agresiva política de capacitación laboral en éstas, las más simples de las herramientas, que el sistema escolar y de educación superior aun no es capaz de proveer.

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