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¿Cómo se puede reconocer a un socialdemócrata (como un servidor) en una asamblea? Fácil. Es alguien que, desde las tribunas del infantilismo revolucionario y nostálgico (como en la Lista del Pueblo) lo tildarían de amarillo y vendido al empresariado. Desde las tribunas del pinochetismo nostálgico (como el Kastismo y los UDI chacarillentos) lo tildan derechamente de rojo y marxista, pues sus anteojeras no permiten distinción de colores.
En la práctica, hoy somos muy pocos los que enarbolamos pública y orgullosamente las banderas oficiales del amarillismo profundo, pero son literalmente millones de chilenos los que ansían que el país tome rumbo en dirección al capitalismo social democrático, ese de países como Noruega, Holanda, Dinamarca, o Canadá, por nombrar unos pocos. Aunque sea lentamente, de a poco… pero en esa dirección.
Lo que esos países tienen en común son cuatro rasgos principales: el primero y más obvio es una carga tributaria elevada – no exagerada como Francia en donde se fueron al chancho – la necesaria como para darle a la ciudadanía la tranquilidad de contar con salud gratuita, educación pública de alta calidad, pensiones más que decentes, carreteras generalmente gratuitas. No subieron los tributos de un día para el otro sino que lentamente.
Lo segundo, que viene de la mano con lo anterior, es que han pasado por un lento pero profundo proceso de modernización y profesionalización del estado, de modo de darle a la ciudadanía la tranquilidad de que sus elevados impuestos serán bien gastados en los ítems arriba mencionados.
Tercero: siguen siendo países capitalistas. Ca-pi-ta-lis-tas. Salvo educación, salud y a veces pensiones, la libertad de mercado y el emprendimiento siguen siendo un pilar esencial en todos los sectores de la economía, la producción y el comercio. Apoyan a sus grandes empresas, como Royal Dutch Shell en Holanda, la noruega Marine Harvest que ya se compró la mitad de las salmoneras chilenas, la gigante naviera y portuaria danesa Maersk, que tiene importantes instalaciones en Chile, y la canadiense Scotiabank, en que muchos de nosotros tenemos cuentas bancarias. ¿Sabía ud. que el fondo de pensiones de los profesores de Ontario es dueño de importantes empresas en el mercado del agua potable en Chile? Los profesores tienen su propia AFP para invertir nacional e internacionalmente sus ahorros. Se llama Ontario Teachers Fund. Permítanme una sonrisa.
Cuarto: en Finlandia el 90 por ciento de los contratos laborales son resultantes de acuerdos colectivos, y las organizaciones laborales participan, junto con las empresariales, en todas las instancias donde se define y planifica la estrategia de desarrollo. Las tasas de sindicalización de Noruega, Bélgica, Dinamarca, Suecia y Finlandia van desde 54 a 69%. En cambio, la de Chile es 15% y la de USA es 10%. Los sindicatos participan en los directorios. La ley noruega permite flexibilidad horaria siempre que se concuerde entre los empleados y los trabajadores. En Dinamarca no hay salario mínimo y las normas laborales son enteramente flexibles, siempre que se concuerden entre sindicato y empresa. Aquí la CUT se opone a la adaptabilidad, por desconfianza ancestral.
Por cierto, algunos «derechistanos» se regodean diciendo que la socialdemocracia del Norte de Europa fracasó, que vienen de vuelta, que están ganando los partidos de derecha. Me permito una sonrisa. Ya nos quisiéramos los partidos de derecha de esos rumbos, pues estarían a la izquierda del PC y del FA. La carga tributaria de Suecia, Alemania, Finlandia y Noruega es superior al 40%. Aun así, sus empresas compiten de lo más bien en el mundo.
¿Qué opinarán Kast y Boric de estos cuatro principios? ¿Por qué digo que tarde o temprano, ojalá más temprano que tarde, Chile estará navegando en rumbo a convertirnos en el país más profundamente social democrático de Hispanoamérica? (junto con Uruguay)
Digo que es inevitable porque, si gana Kast y se mantiene en la derecha, le van a quemar La Moneda, y si gana Boric corriéndose muy a la izquierda, o tolerando excesivamente al PC, y agrede en vez de apoyar a las medianas y grandes empresas, o sube los tributos demasiado rápido, nadie le va a quemar La Moneda, pero no va a tener ni un centavo en las arcas fiscales y va a administrar la pobreza.
La socialdemocracia chilena, seria y responsable, es inevitable, tarde o temprano.

Esta columa fue publicada originalmente en El Mostrador. Hoy tiene algunas actualizaciones, como que no existe Sichel y está Kast.

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13 Comments

  • Mariaelena Jara dice:

    Una vez más (esto se está haciendo costumbre), estoy completamente de acuerdo con tu análisis. Y en la actual coyuntura política, tengo la impresión que es más posible que Kast se acerque al amarillismo que Boric, que me parece demasiado preso de consignas panfletarias y slogans trasnochados. Esto, a pesar del apoyo que ha tenido estos últimos días de personeros de la Concertación, tan injustamente vilipendiado justamente por Boric y su séquito de millenials.

  • Enrique Bone dice:

    Vivan los amarillos!! Además me conviene ese color porque soy daltónico. Me tengo que cuidar mucho para no confundir el rojo con el verde… pero ya me pasa poco; mejor dicho: casi nunca.

  • Estimado Don Mario. He de reconocer que cargo en mis hombros una gran admiración por su persona. Especialmente, después de haber leído y «estudiado», tiempo atrás, su libro de «Educación para el Siglo XXI», donde coincido al 100% con usted, que el futuro esta si o sí, en la «Educación Parvularia». Esta lectura señalada, la he complementado con los 4 tomos de la «Historia de la Educación en Chile 1810-2010» (brillantes sus autoras), además los 4 tomos (solo he leído dos hasta el momento) de la «Historia política de Chile 1810 – 2010» (casi brillantes todos sus autores), y otra treintena de «buenos libros» fundamentalmente de la Revolución o Independencia de USA, Revolución Industrial, Revolución Francesa, Guerra Civil Española, Historia del Fascismo, El tercer Reich, Revolución Rusa, Orígenes del Totalitarismo, La Muerte del Camaleón, todos los libros de Guillermo Parvex, etc., etc., etc…. y un muy etc. Esta demencia de mi parte de tanta lectura – antes era normal – partió el año 2017, cuando a mis cercanos les vaticiné (con argumentos) que el segundo gobierno del actual Presidente de Chile y su estructura Estado/Nación, sería un fracaso. Por ahora estoy leyendo – mas bien estudiado – su libro «Introducción a la Gestión Publica», que según mi opinión, debería ser de lectura obligatoria, para todo el poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, la Fiscalía Nacional o Ministerio Público y, directivos de la administración pública (entre otros – FF.AA., Orden y Seguridad también).
    Consecuente con lo anteriormente señalado y atendiendo a su anhelo, creo que no será factible, en el mediano plazo, un sistema Estado/Nación que se gestione como «socialdemócrata», ni menos con todas las características de los países que usted menciona. Mi evaluación/opinión esta fundada en la «Historia de Chile» (militar, política, económica, constitucional, etc.) a la cual le he dedicado mucho tiempo, especialmente usando el modelo causa/efecto para las crisis o revoluciones, entre otras, de 1829, 1851, 1859, 1991 (la más conocida), 1925, 1932 y por supuesto 11/09/1973 en adelante.
    Bueno, la solución a este «problema» gigante, usted mejor que nadie la sabe y la escribió. Un gran saludo y mis mejores deseos, esperando verlo como Ministro de Educación al menos.
    PD: La complicación más grande que tiene el modelo causa/efecto (para mí- que lo aprendí en la UAI), es definir el «problema». En el Chile republicano democrático, el problema se repite y se repite.

  • juan dice:

    Yo creo que aquí hay que dejar de compararse con Canada o los países nórdicos, y utilizar esos países en laminas cómo caballo de batalla, cada cultura tiene sus propias formas de ser; no por poner una mesa de ping pong te vas a convertir en Google, sin embargo, concuerdo contigo, la educación es lo más importante. Yo qué haría, usaría el método chileno que funcionó; traería inversión extranjera en educación, que se dedique a formar profesores dejando de lado la ideología política y forme alumnos de excelencia (estoy seguro que instituciones deben existir), con un fuerte elemento fiscalizador (aunque sea privado) a fin de cuentas una de las pocas opciones que existía para los alumnos de menos recursos era el instituto nacional y se perdió por intentar ser social democracia (cambiando el modelo a la chilena).

  • Luz dice:

    Espero en Dios que Boric no se corra a la extrema y edpero en Dios que Kast no se deje llevar por los millonarios de siempre. A mi me encanta Piñera y creo que deja un pais bien estabilizado a pesar de la pandemia. Todos vacunados y sanitos. Nuestro Congreso tiene tremenda redponsabilidad sea quien sea predidente. A mi me da lo mismo. Estamos consilodados

  • Alejandro Labbe dice:

    La descripción que usted Mario hace en su artículo «Inestabilidad Social democrática» tiene prácticamente todos los elemento que yo habría utilizado en argumentar sobre la situación actual y como está explicitado por un colega ingeniero, está también organizada y clarísima. Obviamente compartida. Sin embargo, no logro identificar un discurso interpretativo que contenga una solución a los problemas y defina con claridad las restricciones que debieran considerar esas soluciones.
    Estoy convencido (bueno, no tanto) que cuando intentamos proponer soluciones a problemas en el futuro, la obviedad del presente queda oculta y una discontinuidad del relato desconecta el compartir una implementación.

  • carlos cruz dice:

    …agregaría a las características
    de un social demócrata que es que este tiene el convencimiento de que es necesario hacer cambios en la sociedad que apunten a mejorar las condiciones de vida de los más postergados, peros esos cambios deben hacerse a partir de las instituciones democráticas que nos hemos dado y que decimos defender cuando recurrimos a la Declaración Universal de Derechos Humanos…los socialdemócratas no creemos en el rol de vanguardia iluminada que algunos reivindican sino en la fuerza real de las mayorías que se plasme en las elecciones democráticas y en diferentes formas de participación social en las instancias que como sociedad estamos en condiciones de darnos…creemos en los acuerdos políticos que incorporen a la mayor parte de fuerzas políticas para producir esos cambios y entendemos que esos acuerdos suponen ceder, cuando no se cuenta con esas mayorías que nos interesa representar. En efecto, creemos en la democracia representativa y no renegamos de ella cuando perdemos una elección o no logramos los acuerdos necesarios para avanzar en ciertas reformas. No nos interesa imponer nuestros puntos de vista sino seducir con nuestras propuestas y es por eso que no reconocemos en al violencia una forma de expresión política, en sociedad democráticas…me gusta esta discusión…
    Carlos Cruz

    • Mario Waissbluth dice:

      Carlos…. qué te puedo decir… de acuerdo contigo 110%. Ni que fuéramos amigos 😁

    • Mario Waissbluth dice:

      Disculpa Carlos, se me había pasado tu cototo comentario. Efectivamente, das un ángulo muy novedoso a la concepción SD, no solo en cuanto a las políticas públicas que propone, sino también en cuanto a los estilos de hacer política. Un abrazo.

  • Guillermo Rodríguez dice:

    Profesor,

    Al igual que Alejandro Lucares (del post de más arriba) me considero seguidor de sus propuestas y soy un ávido lector de sus libros, a través de los cuáles he aprendido un montón. Concuerdo con su post, pero sinceramente pienso que para llegar a una socialdemocracia se necesita como primer paso fundamental, reglas clarísimas y un nivel educacional alto, lo cual lamentablemente no vemos tal como lo señala en su columna:

    https://www.mariowaissbluth.com/productividad-y-analfabetismo-funcional/

    Me parece que sin lo anterior, todo esfuerzo será infructuoso.-

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