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De vez en cuando uno lee libros que le remecen el seso. Esta vez me lo remeció un best seller, “Where Good Ideas Come From: The Natural History of Innovation”, de Steven Johnson, 2010. ¡Chán! Me lo perdí por doce años . Recién descubrí que también está en español: “Las buenas ideas. Una historia natural de la innovación”. Por cierto, en este libro, innovación no es únicamente la de los homo sapiens. También hay innovación biológica, con la naturaleza creando miles de nuevas especies de pájaros, reptiles, bacterias, hongos, mamíferos o peces cada año.

Comienza el libro con Charles Darwin meditando y escribiendo acerca de los arrecifes de coral del Caribe y otras latitudes, pletóricos de peces de todos los tamaños, formas y colores posibles. Por más que le daba vueltas, no podía entender cómo, a escasos metros tierra adentro de esta magnífica diversidad, todo fuera aridez con muy pocas especies vegetales o animales. De igual manera, pocos metros más adentro, en aguas más profundas, solo se veían diez o doce especies de peces. ¿Qué tenía el arrecife que era una verdadera máquina de creación de nuevas variedades?

Treinta años más tarde, al escribir “El Origen de las Especies”, la respuesta comenzó a clarificarse, aunque todavía vagamente. La respuesta estaba en que el arrecife mismo es un ser vivo, compuesto de millones de corales reproduciéndose, cambiando su geometría, resistiendo los embates del oleaje, y produciendo infinitos y cambiantes ecosistemas de pocos centímetros de magnitud, donde están todas las “partes y piezas” necesarias para las nuevas especies en su proceso de mutación y reproducción permanente.

Doy un segundo ejemplo, de muchos fascinantes más, esta vez de innovación tecnológica “al instante”. La nave Apolo 13 (hay una famosa película con Tom Hanks) estaba en graves problemas, con los astronautas a punto de morir por exceso de CO2 (anhídrido carbónico, el que exhalamos después de quemar glucosa en nuestro cuerpo) en el aire de la cabina. Era cuestión de horas. En otras partes de la nave había numerosos filtros de CO2, pero ninguno encajaba en el orificio disponible en el módulo lunar donde se habían encerrado a tratar de sobrevivir. No había manual para resolver el problema.

Deke Slayton, el jefe terrestre de las operaciones en NASA, en un rapto de creatividad, juntó absolutamente todas las pequeñas partes y piezas disponibles en la nave, desde cinta adhesiva  a bolsos, conectores y mangueras, las expuso en un gran mesón, llamó a un equipo creativo, les mostró un filtro de CO2, y les dijo: tienen muy poco tiempo para que “esto” se pueda insertar en “esto otro”, siendo el “esto otro” el orificio donde había que instalar el filtro en el módulo lunar,… pero usando solamente estas partes y piezas, y ninguna otra. Dicho y hecho, al poco rato, un grupo de mentes creativas, usando un lote de esas partes y piezas, encontró la solución, se la transmitieron con instrucciones a los astronautas, y les salvaron la vida.

¿Qué tienen en común ambas historias? Tienen el “adyacente posible” como clave, sea este biológico o técnico. Para que una idea, una innovación, o una mutación, pueda prosperar, necesita generalmente de muchas otras ideas, tecnologías o mutaciones cercanas… y disponibles. Sin ellas no pasa nada. En el caso del arrecife, son los miles de micro-ambientes con los nutrientes, otros genes y condiciones ambientales para que una serie de mutaciones prospere y se manifieste en una nueva especie. En la mesa de la NASA, estaban disponibles todas las piezas y partes posiblemente necesarias para arreglar el problema. Esos ingenieros no podían decir “supongamos que en el módulo lunar hubiera cinta adhesiva”, ésta tenía que estar disponible allá arriba.

Lo que el concepto del “adyacente posible” nos transmite es que, en cualquier momento, el mundo es capaz de cambios extraordinarios, pero solo algunos de esos cambios pueden ocurrir. El autor nos dice que “el camino de la evolución es la continua exploración de los adyacentes posibles”, y a medida que se crean nuevas especies, o descubrimientos científicos, o tecnologías, se abren la puerta a más y más adyacentes posibles. De ahí que hay períodos de una verdadera explosión de mutaciones o de invenciones.

La Máquina Analítica que inventó en 1837 el británico Charles Babbage fue, efectivamente, el primer computador programable. Sin embargo, nunca vio la luz, pues fue pensada enteramente con engranajes mecánicos. Hubiera necesitado tener proporciones gigantescas. Tuvieron que pasar 104 años hasta que el concepto de un computador programable tuviera los adyacentes posibles necesarios, en este caso, los transistores. El primer computador con tubos fue gigantesco y se calentaba de manera imposible. La primera computadora que funcionó de verdad fue la de Konrad Zuse, en 1941 en Berlín. Podía guardar 64 palabras. Sólo fue con la aparición de los semiconductores, que a su vez hicieron posibles los diodos y triodos de tamaño microscópico, que el “arrecife de coral” del computador programable se expandió en inauditas posibilidades.

Pero… momento… ¿Qué tienen que ver las cafeterías que puse en el título? ¿O fue un mero distractor marketero? No, pues.

En el siglo XVIII, Inglaterra comenzó a importar café en cantidades, pero no suficientes como para estar en los hogares, salvo los muy ricos. Londres se llenó así de cafeterías, donde se reunían personas muy diversas – e innovadoras – a disfrutar del brebaje y de pasada intercambiar ideas. Eran los Starbucks de la época, para darse el gusto una o dos veces a la semana. Eran… los arrecifes de coral de las ideas, e Inglaterra explotó así en innovaciones que dieron paso a la Revolución Industrial,  discusiones sobre sicoanálisis, y a la emergencia de la industria de los seguros, entre muchas otras. En las cafeterías de París, imagínese el lector todo lo que ocurrió en esa época en materia de arte. Ir a disfrutar de un café significaba la posibilidad de descubrir los “adyacentes posibles” de las ideas.

El autor nos da muchos ejemplos adicionales, que hacen muy entretenida su lectura, que recomiendo efusivamente. No se requiere ser biólogo ni científico para disfrutarlo. No se pierda este provocador libro.

Postdata: el lector se preguntará porque puse la foto de un vejete de 74 (moi) con su profe de tennis en una columna bibliográfica. Respuesta: na que ver. Sólo que ya estoy jugando 4 veces por semana, como las pelotas (de tennis sosi), pero llego a casa sudado, agotado y eufórico cada vez que, en honor a mis viejos tiempos de campeón interescolar, logro meterle un «ace» o hacerle una cortita inalcanzable al profe Pablo. Lo que ocurre es que la combinación de ayuno intermitente con esfuerzo aeróbico importante produce en el seso estados de verdadera euforia, comprobado científicamente. («Exercise interacts with dietary factors and has a positive effect on brain functioning»). Ando con el seso a mil, hasta escribiendo reseñas bibliográficas. Imagínese. Hágalo usted también, a cualquier edad. 😎

Postdata 2: un buen amigo y colega ancestral, Javier Said, me recordó mi propia iniciativa. Hace muchos años, en nuestra empresa consultora,  como parte de ejercicios para generar condiciones para innovar, creé una instancia que llamamos «Café y Galletas», donde se daban tertulias facilitadas por compañeros de trabajo en espacios de confianza y donde emergían, en la conversación, nuevas ideas que resonaban con otras y así se generaban innovaciones. Posteriormente, en un proyecto académico en la U., para fomentar innovaciones en Centros de Salud Primaria, organizamos «innovatones», cuyo combustible eran: café y muffins (la evolución natural de las galletas). Todos eran ejercicios, sin ponerle titular conceptual, para facilitar los «adyacentes posibles».

9 Comments

  • Beatriz Arancibia dice:

    Que entretenido y original artículo, a mi me impresiona la creatividad humana, me sucede cada vez que tomo mi celular, que contiene todo el conocimiento humano, es una gran y completisima enciclopedia, desde lo más banal a lo más elevado.

    Yo, tengo 68 años y descubrí el mundo leyendo el clásico “Tesoro de la Juventud”, que me maravillaba, he visto a lo largo de mi vida, la evolución y desarrollo de la tecnología, todavía no puedo comprender, ni siquiera cómo funciona mi IPhone, menos puedo siquiera, llegar a imaginarme, como se le ocurrió a una mente humana crearlo.

    Es una lástima que esta creatividad, muchas veces sea utilizada, para la dominación y destrucción del ser humano y la naturaleza, en vez de aprovecharla para crear un mundo mejor…….

    Esas son las luces y sombras de nuestra humanidad………

  • Alfredo Rojas Figueroa dice:

    Gracias por tu artículo, Mario. El ejercicio y el ayuno son tu “adyacente posible”; las piezas son todo tú, el esencial Mario W. Un abrazo.

  • Javier Said dice:

    Tengo un buen amigo que me enseñó de innovación. Parte del ejercicio para generar condiciones para innovar, creó lo que le llamaríamos «el café y galletas», donde se daban tertulias facilitadas por compañeros de trabajo en espacios de confianza y donde emergían, en la conversación, nuevas ideas que resonaban con otras y se generaban innovaciones.
    Recuerde, «café y galletas»!
    Gracias Mario!

  • Fernando Molins Vallejo dice:

    Mario Haz Sido in inmenso aporte y testimonio. Te lo agradecemos , con afecto. Disfruto de lo qué haces y con gusto lo distribuyo , especialmente a alumnos y ex alumnos. Es muy bien recibido! Tu sugerencia de lectura, bienvenida !

  • Alvaro Waissbluth dice:

    Excellent review tio. I can’t wait to read this book. There are some similar/parallel ideas in a recent book I read entitled «The Journey of Humanity – The Origins of Wealth and Inequality» by Oded Galor. Gives a detailed account of why and how the industrial and technological revolutions came to happen in the last 250 years instead of in the first 300,000 years of our existence. Another recent outstanding book I read, «The Secret of Our Success» by Joseph Henrich, describes the influence of «cultural evolution» on our successes as a species. Highly recommend both as adjuncts to the concepts layed out in the book you reviewed.

    • Mario W dice:

      Thanks so much, dear sobrino. If you wish to post here another short bibliographic comment on the subject, do not hesitate in sending it to me vía mail. I will ttanslate and post it.
      Regards
      Tío Mario

  • Gonzalo dice:

    Gracias por recomendacion de libro Mario.Muy interesante columna

  • ramon Figueroa dice:

    Gracias Mario, por tu motivante comentario.

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