Skip to main content

Un lector de este blog me ha enviado un texto que me ha parecido importante compartir con los lectores. Va en la línea de las reflexiones del Rector Carlos Peña sobre nuestra reciente (y errónea) idolatría de la juventud, pero creo que va mucho más allá para apuntar hacia un buen marco explicativo de nuestros padecimientos societarios actuales, desde la óptica de la psicología social, tema que me escapa por completo. El es el Dr. Felipe Zúñiga Herranz, Psiquiatra, MSP, MBA., del Hospital Psiquiátrico Philippe Pinel y profesor de la Facultad de Medicina, U. de Valparaíso. Sede San Felipe.

———-

El concepto de anomia deriva de la sociología y fue acuñado por Émile Durkheim a fines del siglo XIX. Apunta a las sociedades en proceso de desintegración y “corrupción espiritual”, producto de la pérdida de estructuras, normas y referentes sólidos. Luego, según Durkheim, la anomia se reflejaría a nivel individual en el extravío profundo y la ausencia de sentido que llevarían al suicidio. De hecho, este autor estaba, al definir el concepto, más interesado en entender la génesis de la conducta auto-destructiva personal que las dinámicas colectivas en abstracto.

Lo anterior puede vincularse con un concepto más contemporáneo, como es el Trastorno de Personalidad Límite o border-line que, en términos generales y en su perspectiva individual, comparte elementos similares a la “vieja anomia”: difusión de la identidad, sentimientos crónicos de vacío, inestabilidad afectiva, descontrol de impulsos y…. una fuerte tendencia a la autodestrucción.

Tenemos así una interesante mezcla teórica, capaz de explicar lo que ocurre en la sociedades post-modernas-globalizadas. Más aún, hay autores que plantean que la suerte de “epidemia” actual de Trastornos de Personalidad Límite, sería en buena parte explicada – amén de innegables disfunciones cerebrales – por condicionantes socio-culturales “epocales”. La “condición post-moderna” se ha argüido como un elemento central en esta hipótesis. Esto es, se trataría entonces de la resultante a nivel individual (personalidad “border-line”), de patrones colectivos desorganizados y ajenos a las estructuras e instituciones sólidas-tradicionales (“sociedades   border-line”), lo cual se hermana con lo planteado anteriormente por Durkheim en contextos históricos distintos, pero de alguna forma homologables.

Luego, aterrizando al caso chileno, más allá de los “30 años”, de “la peste del neoliberalismo”, o de la “constitución de los 4 generales”, puede haber aquí un marco explicativo que permitiría entender de forma más integral lo que está ocurriendo en estos momentos. Hasta hace pocos años habíamos llegado a visualizar a Chile – en términos generales y no ignorando las inequidades – como una sociedad relativamente próspera, en vías de desarrollo, con acceso masivo a bienes más que esenciales (situación inédita en nuestra historia), inserta de lleno en el mundo globalizado, pero… con graves carencias de sentido y de puntos de referencia sólidos.

Todo lo estudiado respecto al desprecio a las instituciones tradicionales, a las figuras de autoridad y a modos de conducta “mínimamente habilitantes” para la convivencia social por buena parte de nuestros compatriotas, serían reflejo de esto. Son carencias que según muchos autores se vendrían generando en Occidente no tan sólo como sub-productos del modernismo, con la irrupción de la expansión del consumo como expresión de la identidad (“yo soy mis jeans, yo soy mi celular”), sino desde la concomitante retirada progresiva del componente espiritual de nuestra comprensión del mundo.

Aún más, las explicaciones que intentan señalar que el fenómeno de anomia no sería sino parte del concepto marxista de alienación, pasan por alto que los elementos centrales del mismo parecen tener bastante más anclaje en aspectos “inmateriales” que “materiales” y hundirían sus raíces en períodos previos al auge del capitalismo industrial.

Los pacientes border-line que comienzan a autolesionarse o a intentar directamente suicidarse, en una tentativa angustiosa “por sentir algo” suelen expresar una frase que es prácticamente textual y estandarizada de los relatos clínicos: “la única forma de saber que estoy vivo, que logro aliviar este vacío que siento, es agredir mi cuerpo: necesito ver mi carne abierta para evadirme del dolor interno”.

De la misma manera, me atrevo a postular que nuestra “border-line” sociedad chilena, en este momento crucial de debate con pulsión re-fundacional, estaría buscando (¿inconscientemente?) un desgarro y una auto-lesión profunda. Así por ejemplo, la serie de propuestas constitucionales abiertamente “auto-agresivas” para con el “corpus nacional” darían cuenta de ello,  para tratar de “paliar” – de forma absolutamente torpe – las carencias de sentido, orientación y trascendencia que padece.  De hecho, la elección misma de numerosos convencionales “ultra”, en una coyuntura por cierto que irrepetible, podría también explicarse en este contexto: si me quiero auto lesionar, elijo convencionales lesionadores.

Muy probablemente, de las conductas colectivas “border line” derivarían, además, las búsquedas desesperadas de narrativas, gestos heroicos y épicas colectivas que presenciamos durante el estallido de octubre de 2019; toda una puesta en escena, en su superficie magistral, casi operática, pero absolutamente acéfala, caótica, vacía de discursos coherentes y unificadores, acciones destructivas aparentemente incoherentes como la quema de buses, iglesias o mobiliario urbano, condiciones todas que habrían de trasladarse luego en forma íntegra a la Convención Constitucional.

Finalmente, todo lo aquí señalado, lejos de pretender “patologizar” dinámicas sociales complejas, ha intentado ser un aporte a modelos más comprensivos, alejados del discurso público imperante, el cual está infantilmente polarizado, reduccionista e ideologizado, en momentos en que una suerte de delirio colectivo (sí, el delirio de, en pos de una eventual sanación o alivio internos, hay que destruir de pasada al cuerpo en su totalidad) parece haber inoculado las mentes de una buena porción de la ciudadanía, en su mayoría (entendiblemente) jóvenes, pero (lo más grave e incomprensible) una cuota no menor de viejos, en que operan además otras lógicas, o sea traumas no procesados, resentimientos atávicos y deseos de venganza, pero eso ya merece otro posteo. Los Andes, 21/6/22

—————————————–

Hasta aquí el post del Dr. Zúñiga. Agrego una reflexión final de mi cosecha: El gobierno de Boric llegó al poder en medio de este peculiar carnaval de patologías sico-sociales, que se caracteriza por romper (y vanagloriarse de romper) con el pasado, con todos sus esquemas republicanos. De ahí, por ejemplo, el torpe error de pretender ungir a Irina Karamanos dándole a su cargo el título oficial de su propio nombre. Se borran así todas las Primeras Damas anteriores de una sola plumada «refundacional». Es muy probable que esto lo haya hecho un funcionario de rango menor, pero que fue consecuente con las “pulsiones” que rondan el Palacio presidencial.

No es el único caso. Los desprecios de Boric al Rey de España se inscriben en el mismo concepto. Lo mismo ocurre con los convencionales: no invitar a los ex Presidentes a un acto oficial de la Convención, o negarse a cantar el himno nacional, en su inicio, es parte del delirio refundacional.  “Que quede la cag… y después veremos” parece formar parte del libro de salmos del octubrismo político y constitucional. Lo malo es que, “cuando queda la cag…”, los primeros en pagar los platos rotos son, invariablemente, los más pobres.

Para el bien del país, es absolutamente esencial que el Presidente Boric Adulto comience a alejarse de estas actitudes, que comience a poner en su lugar las mentes del “octubrismo” dentro y fuera de la Convención Constitucional y de La Moneda, transmitiendo un discurso de unidad nacional. ¿Wishful thinking? Tal vez. El lector tiene la palabra.

 

 

18 Comments

  • Ingrid dice:

    Majestuosa explicación!!! Bravo

  • ENRIQUE BONE dice:

    Reflexión:
    Si ese diagnóstico es verdadero , que esencialmente comparto, aunque como a todo «border line», suele tener más complejidades existenciales, ¿Cuál es el remedio?. Surge la pregunta legítima, pero escalofriante, ¿corresponde tratar al paciente? ¿es éticamente aceptable «sacarlo de circulación, para que no se haga daño ni a si mismo ni a los demás o por contrario debe dejársele libre aunque termine disparando contra niños inocentes? ¿el Estado puede disponer su aislamiento o eso va contra los DDHH?.
    Tratándose de un grupo enfermo: ¿corresponde su aislamiento para tratarlos? ¿disponer su aislamiento es antidemocrático?
    Es importante reflexionar sobre las consecuencias éticas y políticas de un diagnóstico, aunque no debemos dejar de hacerlo por temor a sus consecuencias.
    Felicitaciones al Dr. Zuñiga y a Mario por abrir este debate.
    Saludos a todos
    Enrique Bone

  • José Manuel Sahli dice:

    Me hacen mucho sentido los argumentos para explicar el estado actual de Chile.

  • Mariaelena Jara dice:

    Wishful thinking indeed! Pa peor, creo que falta tiempo para que el presidente Boric actúe como adulto, quizás ya haya terminado su período… Ojalá me equivoque y se pegue el «alcachofazo» antes de eso, pero el «error administrativo» de lo de Irina (que no creo que haya sido producto de una mente creativa y la pareja Boric-Karamanos no hayan sido parte) no es muy auspicioso. (¿Puede un error administrativo persistir por 30 días) ¿O acaso creen que los pacos somos.,?

  • Julio Valenzuela dice:

    Me encantaría que emergiera esa Boric adulto que tu mencionas, Mario. Lamentablemente las probabilidades las veo muy cercanas a cero.

  • Guillermo Bermudez Gallardo dice:

    Complementando el notable análisis, se me viene a la memoria un relato del escritor Arturo Perez Reverte en su novela “Linea de Fuego”, cuando un grupo de comunistas en plena Segunda República, a sangre y fuego logran capturar la alcaldía de un pueblo. Matan a todas las autoridades y alcanzan el bastión, para luego mirarse y preguntarse..¿ Y ahora que hacemos?…bueno, nos vamos a nuestras casas a dormir y mañana veremos…
    En Chile muchos esperaban que los actos “casi operáticos, pero absolutamente acéfalos, caóticos, vacíos de discursos coherentes y unificadores, acciones destructivas como la quema de buses, iglesias o mobiliario urbano” habrían de concluir en un Gobierno de grandes transformaciones y amparados magistralmente en la forma de una nueva Constitución… Pero eso no ocurre…ni ocurrirá nunca.
    Basta mirar las grandes Revoluciones como la francesa, que a poco andar paso por la guillotina a sus lideres y llevo a Napoleón al poder. O la cubana, que 60 años de revolución no han podido sacar de la pobreza a ese pueblo, O la China de Mao, con su estela de millones de cadáveres.
    Los revolucionarios podrán instigar al pueblo, y podrán llegar al poder, pero raramente logran administrar bien ese poder. Dios nos proteja para salir de esto.

  • Alfredo Rojas Figueroa dice:

    Vaya, ¡qué notable forma de descalificar a quienes no piensan como Ud. doctor! En la Edad Media o en la Colonia, el Santo Oficio declaraba herejes a los que no seguían la verdadera doctrina, y decía de ellos que eran endemoniados y, para que confesaran (pues no podían ser condenados sin confesión), se recurría a la tortura.
    Como soy viejo, y voy a votar APRUEBO, confieso a usted, que tengo este horrible vacío existencial, y una personalidad border line, y además, que soy anómico por naturaleza y por si eso fuera poco estoy dispuesto a asumir y aceptar cualquier otro calificativo que desde la Ciencia (a la que usted apela, en reemplazo de la Fe), esté dispuesto a achacarme. Como me declaro demócrata, acepto plenamente su derecho a pensar como piensa, sin necesidad de que esgrima principio de autoridad alguno.

  • Juan Pablo Carvajal dice:

    Mi hipótesis es que los problemas mentales de occidente surgen con los estilos de vida. Nos alimentamos como nunca lo hicimos en la historia de la humanidad, nos alejamos del sol, fuente de vida y nos llenamos de pantallas… No hay células que resistan (las neuronas tampoco)

  • Carlos dice:

    Food for thought!

  • Jorge Gomez dice:

    Que soberbia!!!… los otros son los “enfermos”,
    Aún “aceptando” el supuesto diagnóstico,, tan definitivo, realizado por el autor, se limita a la descripción de sus síntomas y signos,, haciendo un pronóstico definitivo;’ sin ahondar en sus causas (por cierto múltiples variadas y complejas); cuestión fundamental para un buen tratamiento.
    Ante semejante “diagnóstico”;’ medicamentos , psicoanálisis, electrochoque… o una mezcla racional de estas y/u otras terapias???…
    No será que el “terapeuta” no quiere resolver las causas?… y, como muchas veces, adormecer al paciente… el camino fácil, simplista de una “terapia” basada en síntomas y no en causas… engañando al paciente y a sus seres queridos…
    Sofismo puro !!!!

    • ENRIQUE BONE dice:

      Estimado Jorge: coincido en que la terapia debe atender a las causas y no, necesariamente, a los síntomas, Pero mientras se completa el diagnóstico, ¿nos quedamos paralizados sin atender los posibles daños que el paciente pueda provocar en terceros?
      ¿Es éticamente aceptable que no se advierta la situación que está sucediendo y se tomen la medidas paliativas necesarias ?
      Saludos.

    • Eduardo Concha dice:

      Las acusaciones de soberbia suelen ser un búmeran. No entraré en ese predicamento, pues.
      Usted habla de «el» paciente, que no es tal, porque el origen del problema no es individual, sino social, de modo que no es posible solucionarlo con tratamientos personales. Por otra parte, su discurso arranca de una desconfianza absoluta en la psiquiatría que presupone la intención de engañar por parte de quienes la practican. ¿En qué se basa para afirmar eso? No lo sabemos, pero aparentemente se trataría de una racionalización mediante la que está respirando por una herida. Su «diagnóstico» no conduce a nada más que exhibir sus prejuicios sobre la psiquiatría, cayendo además en el «argumentum ad hominem», que como sabe es la falacia más socorrida cuando se carece de argumentos para refutar lo que alguien plantea. Si no es el caso, lo conmino a que comparta con los integrantes de este foro su análisis de las causas del fenómeno y cómo podríamos superar las tendencias autodestructivas que evidentemente subyacen a este estado de anomia en el que estamos secuestrados hace un buen tiempo.

      • Felipe Zúñiga Herranz dice:

        Eduardo, agradezco tu comentario. Efectivamente la idea de mi post (y creo haberlo dejado claro al final del mismo), no es patologizar antojadizamente a la sociedad chilena, ni menos adjudicarme (en mi calidad de psiquiatra) la verdad última sobre el diagnóstico. Más aún, tal como señalas, me valgo de dos contructos (uno derivado de la sociología y otro de la psicología), a modo de “metáfora comprensiva” para explicar fenómenos colectivos, intentando incluso “liberar” al individuo del “peso” de una etiqueta diagnóstica. Asimismo (como también creo haberlo dejado claro en el posteo), planteo repetidamente que las causas (asumiendo quizás erróneamente lógicas lineales ante fenómenos evidentemente complejos) son múltiples y de larga data. Luego, es evidente que el diagnóstico no basta, aunque (y ahora sí que me pongo absolutamente el sombrero de psiquiatra) los que trabajamos en salud mental sabemos que ya el hecho de acercarse y describir los “problemas” (problematizar) es un paso fundamental en el proceso terapéutico (sanación). Aún más, la ingente evidencia científica respecto a los mecanismos de acción de las psicoterapias, insisten en que un punto neurálgico de este proceso es la “curación del vínculo”, esto es rearmar las confianzas y los patrones de certezas mínimas necesarias para la estabilidad vital-mental (valga señalar que, habitualmente, estos patrones se han perdido en la niñez temprana, fruto de alteraciones en la dinámica primordial con la madre o producto de traumas serios). Dicho de otro modo, si logramos rearticular un diálogo compasivo, comprensivo y confiado, primero con sí mismo, y luego con los demás, estaremos dando un paso gigante en la sanación, entendiendo que gran parte de la matriz de causalidad escapa por completo al control del paciente. Es esto, no más ni menos, lo que he querido extrapolar al colectivo chileno, y he aquí una humilde propuesta de “solución” (esto es, aplicar la misma estrategia de recomposición vincular a nivel social).
        En definitiva, es absolutamente evidente la serie de problemas que hemos ido acumulando en nuestro camino al desarrollo (quizás como consecuencia directa de recorrer este camino) pero me parece, al menos ingenuo, insistir en explicaciones reduccionistas (v.gr. “la culpa de todo es la Constitución de Pinochet”), ya que a partir de ello estamos llegando a soluciones insuficientes, absurdas y hasta abiertamente “auto-destructivas”. La famosa frase “cualquier cosa es mejor que la Constitución de los 4 generales”, da cuenta de ello, y bajo esa lógica estamos al borde de un escenario en que justamente a los que más queríamos sanar (los “etiquetados” por esta sociedad enferma) son en la actualidad los mas expuestos a un daño innecesario. Eso, en psicología-psiquiatría se conoce como re-traumatización….

        • Mario Waissbluth dice:

          Felipe, me parece que en esta respuesta has profundizado y clarificado enormemente el aporte que hiciste en el texto inicial.
          Mil gracias
          Mario

        • Alfredo Rojas Figueroa dice:

          La constitución del 80 resultó de un Golpe de Estado. Eso es innegable. Declaró al Estado “subsidiario” en materia económica, legalizando así las “privatizaciones”, la compra a precio de despojo de empresas públicas como LAN, Huachipato, ENAP, Soquimich, etc. a las que más tarde seguirían las de agua potable y las sanitarias, En el campo económico, de exclusividad de los privados, los grandes capitales se orientaron a la producción y exportación de commodities, Si se salvó la gran minería del cobre de la fiebre privatizadora fue porque el 10% del valor de las exportaciones pasaba directamente a las FFAA y de Orden. El autoempleo, la pequeña industria, el comercio ambulante fueron la fuente de ingresos de la mayor parte de la población. El resultado: uno de los países con la peor distribución de ingresos del mundo. El colmo fue el invento de las AFPs. Se terminó con el sistema de previsión por Cajas (de empleados públicos, o particulares, o de trabajadores de la construcción, etc.) y se estableció un sistema de apropiación privada del ahorro de los chilenos, y quienes se apropiaron fueron los mismos grupos económicos que invertían (y lo siguen haciendo) en la producción y exportación de commodities. Ni siquiera arriesgaron su capital, sino los Fondos de Pensiones. Resultado: jubilaciones de hambre para los viejos. Soy profe de historia (jubilado) y escribí a “vuelo de pluma”. Pero es el análisis histórico el que me lleva a concluir que estamos frente a una coyuntura en la cual el APRUEBO nos permitirá sentar las bases de una sociedad que será más parecida a la de Pedro Aguirre Cerda y los años fundantes de la CORFO, que la era de los cuatro generales, los Chicago Boy, Luksic y los desfalcos del Alto Mando de Carabineros.

  • Sergio A. dice:

    En algún momento, tiempo atrás escuche a Manuel Antonio Garretón explicando desde su particular punto de visita. Que buena parte de los problemas de desorden social observados se deben principalmente. Al deseo íntimo de los grupos más joven de la sociedad. De poder contar con una «épica y un relato» que les permitiera aportar desde esta «experiencia de lucha» a la historia reciente.
    Es dentro de este contexto, que cualquier elemento concreto o simbólico. Que especialmente, pudieran reflejar una conquista o logro pasado. Es transformado en un objetivo a conquistar o destruir.
    Por lo mismo, es que en más de una ocasión se habló, que el proceso constituyente tenían entre sus objetivos, la descolonización…
    Increíblemente, quienes en la actualidad pintamos más canas e dimos esta lucha por décadas, empujando el carro para llevar a nuestro país a la condición actual del país, no lo pasamos muy bien, durante el proceso.
    Y finalmente, de nuevo vamos a tener que volver empujar el carro, para volverlo a enrrielar..
    SAAQ

  • Leo Medina dice:

    Mario, es muy irresponsable lo que estás haciendo. Irresponsable porque estás levantando argumentos en base a interpretaciones muy tendenciosas del texto constitucional y, peor aún, cayendo en la difusión de mentiras. En esto último me refiero a lo de la «incertidumbre» que trataste de ejemplificar en un twit y que resultó comprobarse completamente falso. Irresponsable porque, como académico serio y riguroso, no has ponderado de igual manera los aspectos positivos y negativos de la propuesta. Aprobar en septiembre no significa estar de acuerdo con el texto completo; evidentemente habrán aspectos que no dejarán contentas a más o menos personas. Y tú te estás agarrando de lo que no te gusta para armar un escenario apocalíptico digno de Axel Kaiser. Uno esperaría más rigor de un académico tan respetado. Irresponsable porque estás proponiendo un «rechazar para reformar» en un congreso muy desprestigiado y no escogido para esto. No sé de donde se te ocurre que el congreso podría hacer una mejor tarea. Irresponsable porque ahora sugieres una guerra generacional, aplaudiendo el menosprecio y soberbia Peñística sin reconocer el empuje y energía que han tenido los/as más jóvenes en el diagnóstico y el tratamiento de la enfermedad que nos aqueja. Finalmente, irresponsable porque tienes una tribuna privilegiada de académico reconocido, cuya voz es escuchada y respetada, y tiene las plataformas y los medios para llegar a muchos/as. Desde esa posición, esperaría mayor rigor y templanza, y menos del cherrypicking y pesimismo con los que estás dibujando tus panfletos del rechazo. Espero tu columna templada de lo que la nueva constitución mejora sobre aquella del 80. Es un ejercicio que creo que te mereces. Saludos

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.