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La frase “no son 30 pesos, son 30 años” se constituyó prácticamente en un símbolo de la revuelta octubrista. La visión positiva de los mismos escondería, supuestamente, la postura acomodaticia de las elites del país, desde la derecha hasta la centroizquierda, que durante 3 décadas (mas dos de Pinochet) se habría dedicado a ganar dinero para los más ricos, y abusar de los más pobres.

Esta visión dicotómica de los 30 años no es cosa menor entonces. Ha sido en el fondo el origen de la pelea entre “autoflagelantes vs. autocomplacientes” en el socialismo, de las “retroexcavadoras” de Bachelet 2, y los orígenes del estallido del 18 O.

Vale la pena entonces escarbar en la realidad concreta, ojalá con datos duros. Mostraré primero lo positivo, luego lo negativo, para intentar finalmente, una síntesis.

CHILE EN 30 AÑOS: EL DULCE

INDICADOR

1990

2017-2018

% en situación de pobreza

39%

8,6%

% en pobreza extrema

13%

2%

Aumento del ingreso real del decil más pobre

(Base 100%)

439%

Índice de desigualdad de Gini

0,54

0,45

Gasto en educación

2,3% PIB

5,4% PIB

Gasto en salud

1,7% PIB

4,9% PIB

Cobertura de prekinder y kinder

35%

90%

Cobertura de agua potable rural

48%

94%

Esperanza de vida al nacer

73 años

79 años

Mortalidad en menores de 5 años

19/1000

7/1000

Gasto militar

3,4% PIB

1,9% PIB

Recaudación de impuestos

13% PIB

21% PIB

Inflación

22% anual

2% anual

Estaciones de METRO en la RM

41

136

Fuentes: Cepal y Banco Mundial

 

Como puede verse en esta tabla, los datos del progreso de Chile en los últimos 30 años no pueden sino calificarse de extraordinarios, incluso en materia de reducción de la pobreza, y en el aumento de ingresos del 10% más pobre. ¿De qué se quejan entonces los autoflagelantes, y la coalición que llevó a Boric a la Presidencia? Mejor, ¿imposible?

CHILE: LOS 30 AÑOS DE AGRAZ

El dato menos atractivo en la tabla anterior es precisamente la débil mejora en el índice de Gini. Tanto un valor de 0,54 como uno de 0,45 reflejan distribuciones de ingreso de las peores del mundo, aunque similares a otros países de la región. Para envidia de los chilenos, el Gini de Uruguay es de 0.37, ya cercano al de Inglaterra, con un ingreso per capita casi idéntico al de Chile. Este es el contraejemplo de que en América Latina sí es posible el crecimiento con equidad.

Chile es probablemente el ejemplo extremo a nivel mundial de la aplicación de un modelo neoliberal. Esta no es una afirmación meramente retórica. Si se analizan los casos de EEUU y UK, los dos países con el mayor predominio del mercado sobre el estado en el mundo avanzado, prácticamente en cualquier política pública, sea esta educación, salud, nivel de regulación de los mercados, penalización de fraudes, tributación, pensiones o seguridad social, ambos están mas hacia el “centro” que Chile. Sin ir más lejos, Chile tiene hoy un coeficiente de inequidad de Gini de 0,45; EEUU 0,39 y UK 0,35, siendo Noruega y Finlandia de los más igualitarios con 0,26.

La explicación clave sobre las pobres cifras del Gini estriba en que Chile constituye, junto con México y Turquía, los únicos países de la OCDE en que la distribución de ingresos antes y después de impuestos es prácticamente igual. Esto se explica porque los pobres en la práctica pagan una gran cantidad de impuestos al consumo, como proporción de su ingreso total.

Más aún, el segmento del 1% más rico del país se lleva anualmente a su hogar el 36% del PIB, si se computan también las ganancias y aumentos del capital y patrimonio, y estos son datos posiblemente subestimados dada la dificultad para conocer a los verdaderos propietarios de muchos activos. Por comparación, el 1% más rico de USA acumula el 20% del PIB y los ricos holandeses se llevan… el 6%. Y aún así en Holanda existe Royal Dutch Shell, Phillips, Unilever e ING.  Es una prueba tajante de que se pueden hacer negocios pagando impuestos mucho más elevados.

Por otro lado, la curva de ingresos por decil de Chile es extremadamente plana. Esto significa que no solo los más pobres, sino las personas que están en el 2º, 3º y hasta el 6º o 7º decil, viven en un estado de permanente in-seguridad social. Cualquier enfermedad en la familia, recaer en el desempleo, o un mal desempeño de su pequeño negocio, puede significar el regreso brusco a una situación de pobreza, crisis familiar, perder la casa, el vehículo y/o su vital rating crediticio. Hay que estar en el 20% más rico de los chilenos para gozar de ciertos mínimos de tranquilidad.

Por último, nuestro modelo no ha sido solamente de capitalismo neoliberal extremo, sino también con una gran desregulación de los mercados, y un código penal prácticamente diseñado – hasta ahora – para que los empresarios que se coluden, evaden impuestos, usan información privilegiada o cometen fraudes contra el fisco y/o los consumidores, prácticamente no pasen un día en la cárcel y reciban el “grave” castigo de ir a cursos de ética. Esto aumentó significativamente la percepción de abuso y la irritación de la ciudadanía. La lista de escándalos irritantes es demasiado grande: la Polar, los fraudes universitarios, los robos en las FFAA y Carabineros, el papel confort, las farmacias, etc.

Una suerte de “daño colateral” del sistema socioeconómico, generado desde los 80 en adelante, ha sido la incubación de una cultura extendida del individualismo. Los ciudadanos, especialmente de clase media, por 40 años, habían estado pagando o copagando la escuela de sus hijos, y así se segregaron no solo de los mas pobres, sino del que puede pagar apenas un poco menos; han tenido Isapre privada, cuyo nivel de cobertura de salud depende de lo que paguen; y AFP como ahorro individual, cada uno con su pensión propia dependiendo de cuánto aportó. Así se ha ido creando progresivamente la cultura del “me rasco con mis propias uñas” y por ende la solidaridad se ha ido extinguiendo lenta pero sólidamente. Este es – a mi juicio – un daño cultural que tomará dos o tres décadas de trabajo sistemático para sanar. Pero es un problema que a muchos chilenos no les importa. Ya nacieron y se criaron en este esquema.

La anomia se refiere a la inexistencia de normas en la sociedad, o bien a un desorden social que impide que algunos individuos consigan las metas socialmente impuestas. Como lo ha planteado Marta Lagos, “La anomia es la ausencia de “ligaduras”, de vínculos. Las ligaduras entregan sentido, propósito en una sociedad… La violencia imperante es, en buena medida, la expresión de esa “falta de sentido” y de solidaridad. Navego por la vida con permiso para saquear un supermercado, coludirme, estafar, ensuciar la vía pública, evadir impuestos, factura y no boleta, primero yo y los demás que se frieguen… en todos los niveles sociales.

“Las personas tienen la sensación de que no tienen nada que perder. Buscan un sentido y no encuentran modelos, ejemplos, líderes a los cuales mirar hacia arriba ni futuro al cual adherir. Todo lo que les queda es el presente que rechazan, sin considerar norma alguna…No hay contrato social… La violencia que observamos es producto de esa anomia, donde no existe la norma y la autoridad no tiene validez. Si a ello se le agrega el problema de la “desconfianza en el otro”, “la confianza interpersonal” alcanza apenas un 14%, es decir, que un 86% de los chilenos no confía en el “otro desconocido”, estamos en serios aprietos como sociedad. Sin ligaduras y con desconfianza”. Obviamente, un estallido social tiene muchas más posibilidades de detonarse en un contexto anómico que en uno donde priman los conceptos de la solidaridad.

LA SÍNTESIS: DE DULCE Y DE AGRAZ

¿Podía ser de otra forma? Las sociedades son mucho más complejas de lo que uno hubiera querido, especialmente en un continente sobre el cual pesan centurias de explotación, analfabetismo, segregación racial y corrupción. La Concertación, la Nueva Mayoría y la derecha (en sus diversas acepciones) gobernaron de maneras no muy diferentes, dedicadas a mejorar los indicadores de la primera tabla, el Chile del Dulce, pero sin mayor preocupación por erradicar las lacras sociales y culturales del Chile del Agraz.

Ahora es el turno de Boric y una nueva generación, que deberá cuidar con no botar el bebé junto con el agua de la bañera. Tienen como “capital inicial” todos los enormes logros de los 30 años, en materia de ingreso per capita, políticas fiscales, salud, educación, infraestructura, y alimentación, sin los cuales dar un nuevo salto sería casi imposible.

De aquí en adelante, ojalá migremos a un modelo mucho más profundamente social democrático, sin caer en el populismo barato, cuidando a la vez el crecimiento, una relación de mayor colaboración entre las empresas, el Estado y los trabajadores, y  a la vez eliminando las numerosas fuentes de irritación y las grandes espinas clavadas en las costillas de la mayoría de  los ciudadanos de a pie. Si lo logran, Chile habrá sido el primer país latinoamericano que habrá saltado a ser un país verdaderamente desarrollado, no sólo en sus cifras macroeconómicas, sino en su cultura, solidaridad y sustentabilidad como nación.  Los mayores desafíos no estarán en el diseño e implementación de buenas políticas públicas, lo cual es imprescindible, sino en lograr los cambios culturales necesarios. Por eso me gusta que Boric, al menos hasta ahora, suene como un Pepe Mujica en versión juvenil.

 

9 Comments

  • Guillermo Muñoz Herrera dice:

    Buenísimo Mario:
    Antes de cambiar los componentes de un sistema, debemos definir lo que es necesario conservar.
    Saludos, Guillermo

  • Jorge Schwerter H dice:

    Gracias Mario, buen punto de partida para un análisis mesurado. Hacer todo lo que se hizo para mejorar las condiciones de los chilenos, no fue tarea fácil y chitas que hay hartas cosas que funcionan bien. Durante todo este tiempo de pandemia y efervescencia social, dejó de funcional el servicio de luz, gas, agua, telefonía, internet, etc.? Pararon las empresas salvo por las indicaciones sanitarias Covid 19? Así también, a lo largo de Chile, paró el transporte, el abastecimiento general así como un sinnúmero de servicios? Damos por hecho que todo eso viene dado (o estaba), pero gran parte de todo ello, se construyó durante estos años. Gran Trabajo! En la medida que nos convencemos que lo que falta son debido a «años de agraz» y no son parte de lo que falta por recorrer y trabajar, hemos generado la profecía autocumplida de «estamos indignados porque hemos sido ignorados»! A mi entender, ha sido todo lo contrario. Es porque ha habido un gran trabajo por la gente que ha estado en esto, que ha resultado la tabla de tu primer punto. Cuando uno se martilla un dedo, se da cuenta que los tiene. Ojalá no nos pase con todo lo que podremos borrar de la tabla si no lo valorizamos a tiempo. En cuanto a la parte impuestos y el coeficiente de Gini, no cabe duda que hay que trabajar mucho para mejorar este indicador. Pero también hay que tener cuidado. En Holanda, por lo que sé, los impuestos corporativos para las empresas son 15% para las chicas y 25% para las grandes. Los que no se salvan, son las personas que en proporción, son muchas más las que pagan que acá en Chilito. Un abrazo

    • Mario Waissbluth dice:

      Gracias Jorge: como siempre, de acuerdo. Comparto la idea de bajos impuestos para las empresas, y elevados impuestos para las personas, esencialmente las más ricas. Pero… para que esto funcione bien, las empresas debieran tener plena transparencia en la identidad de cada uno de sus beneficiarios finales, los verdaderos accionistas después de una cascada de propiedades.

  • luis yacher dice:

    Hola Mario
    es frecuente leer en la prensa (y en tu blog) referencias al «10%» mas rico, al «quintil» o «decil» superior, etc., etc., Creo que sería ilustrativo (y sorprendente) para muchos conocer cuales son estos valores, bastante mas bajos de lo que la intuición sugiere
    saludos,

    • Mario Waissbluth dice:

      Lucho, los datos salen de la encuesta CASEN (ingresos corrientes, sin contar ganancias de capital). Para que te formes una idea, antes de la pandemia, el 10% más rico ganaba 39 veces más que el 10% más pobre. Post pandemia, ese indicador se empeoró… 10 veces!!!

  • CARLOS HERNANDEZ dice:

    Casi siempre hay una oposición entre datos duros y percepciones, lógica y sentimientos… es cierto que lo agraz.. por mucho tiempo no se ha mirado…bueno, es mucho más difícil estar de acuerdo o en desacuerdo respecto a conceptos como «cultura extendida del individualismo» a estar de acuerdo o en desacuerdo respecto a lo que muestra una tabla en Excel.
    Estas oposiciones se intensifican en estos tiempos pues las formas se están considerando más importantes que el fondo, como cuando por una frase «pésima» de una persona…. en un instante…. el trabajo de años y de varios pasa a ser despreciado. Se hace más difuso ver y reconocer cual es el sentido «común» y por ende consensuar con el vecino la métrica con la cual evaluamos los resultados de los gobirernos
    Una consulta.
    Pasados varios años después de finalizado un gobierno :¿Qué aspectos considerará el «hijo de vecino» para calificarlo de «fue bueno» o «fue malo» ?…
    ¿Pesará más la forma que el fondo?, algo así como…. no importa que nos hiciéramos más pobres, pues el era muy carismático, o en la otra línea, cierto, aunque progresamos en ingresos y derechos, eso no importa … el gobierno fue pésimo pues el presidente(a) decía seguido frases penosas,
    En la conversación de la sobremesa con la familia y/o amigos ¿Podríamos medir el desempeño de un gobierno principalmente por la disminución o aumento de la pobreza?, … especialmente la extrema pobreza… pues cuando no alcanza para comer… la primera prioridad de la persona es resolverlo… sin ese paso 1.. no hay paso 2 ni 3, etc.

  • Mario dice:

    Los números de progreso son indiscutibles , al igual que la falta de identificación mayoritaria de la población con ellos , quienes optan así por cambio de sistema . Las causas son múltiples y ya mencionadas .
    Todos quieren progresar!! pero también sentir un modelo justo para todos , creo que lo fundamental es recuperar una educación pública de gran calidad que redefina el paradigma de : hacia donde vamos , como y qué queremos como sociedad

  • Heidi Nash dice:

    Afinando la puntería Mario. Muy certero análisis para la contingencia. Hace falta remar juntos. Felicitaciones.

  • Arnoldo Bravo dice:

    Creo que una preocupación fundamental de los Constituyentes es la de establecer un sistema racional para fijar las dietas de parlamentarios, coherentes con otros miembros de la OCDE, evitando que estos cargos se transformen en el Premio Mayor, por el que todo se justifica para obtenerlo.Se evitaría el absurdo que nuestros representantes se auto asignen dietas escandalosas, sin considerar que tienen un Conflicto de Intereses para hacerlo.

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