Si hubiera que seleccionar un error de política pública, el más grave y populista desde el retorno a la democracia, sin duda es el desequilibrio presupuestal que introdujeron los presidentes Bachelet y Boric al privilegiar el gasto en educación superior, comparado con educación escolar y sobre todo, educación inicial. Lo comenzó Bachelet en 2014 anunciando la gratuidad universal, y lo prosiguió Boric con sus anuncios destemplados de fin del CAE al principio de su gobierno, que indujeron a una gran masa de deudores a entrar en mora para que lo pague el fisco.
El resultado: el gasto total en educación superior es hoy de 2.4% del PIB (el más alto de la OCDE) comparado con 1.5% para el promedio OCDE. En educación no-superior, es decir inicial y escolar, esta cifra es de 3.5% tanto en Chile como OCDE. (Education at a Glance, 2024)
Y entonces, ¿por qué tanto alboroto, por solo 0,9% del PIB en exceso? Porque son “solamente” 3 mil millones de dólares anuales que el fisco y las familias están destinando en exceso a educación superior. El problema es nuestro punto de partida: el sistema chileno de educación inicial y escolar está egresando proporciones muy elevadas de estudiantes que no comprenden lo que leen ni pueden realizar operaciones aritméticas sencillas, y ni soñar con entender un gráfico o tabla compleja. Según la prueba internacional PIIAC 2023, cerca de la mitad de los adultos en Chile tiene rendimiento bajo en comprensión lectora y matemática, mientras que en el promedio OCDE es solo 25% el que tiene bajo rendimiento. Los resultados entre los egresados de educación superior son igualmente dramáticos: un tercio tiene bajo rendimiento. Pasaron cerca de 20 años (o más) sentados en un pupitre sin entender correctamente lo que leen, ni poder expresarse adecuadamente. ¡Que enorme desperdicio de talento humano!
Esto contribuye a generar cerca de un 50% de deserción en la educación superior, 25% tan solo en el primer año, con la consecuente frustración, pérdida de tiempo vital y despilfarro de gasto público y privado. Por mientras, en Chile la proporción de educadoras de párvulo por niño es cercana a la mitad que en países OCDE, y la cobertura en salas cuna es muy baja, sabiéndose con certeza que es la etapa más crucial de la vida. Aunque se ha repetido ad nauseam, reiterémoslo: 1 peso invertido en educación inicial rinde 8 pesos de beneficio social, 4 pesos en educación escolar, y 1 peso en educación superior. Entonces… ¿dónde tendrían que haberse puesto esos US$3 mil millones anuales en esta etapa de nuestra historia?
Alguien podría decir que no se puede dar marcha atrás, so pena de movilizar en las calles a los mismos que se movilizaron en el 2011, lo que se tradujo en la creación de Frente Amplio como la fuerza política emergente… la que llegó al gobierno cabalgando a lomos de la gratuidad y el fin del CAE. No le faltaría razón. Pero en pedir y en chillar no hay engaño. Aquí vamos:
Esta propuesta consiste en disminuir en el proyecto de ley FES los tramos a los cuales se aplicará financiamiento total, los que nunca debieron pasar del 6º decil en esta etapa de nuestro desarrollo.
El actual proyecto de ley FES de financiamiento a la educación superior (en condiciones muy atractivas y subsidiadas), propone un financiamiento total a cualquier estudiante en carreras adscritas al sistema y “la cobertura de este beneficio se extenderá por la duración formal de la carrera más un año adicional, sin pago de matrícula ni arancel para las y los estudiantes hasta el noveno decil de ingresos. Las instituciones de educación superior podrán cobrar un monto adicional a las y los beneficiarios del décimo decil.” Grave error. Si somos congruentes con lo descrito anteriormente, donde dice “décimo” debiera decir “sexto decil para carreras universitarias y séptimo decil para carreras técnico profesionales”. En cualquier caso, sería necesario privilegiar la enseñanza técnico-profesional respecto a la universitaria. Así por ejemplo, si se da financiamiento total (y subsidiado de manera relevante) hasta el 6º decil en carreras universitarias, debiera ser hasta el 7º en carreras ETP. Una segunda modalidad, complementaria, sería mejorar los aranceles de referencia para estas últimas, para reforzar así a las instituciones que la imparten.
Dos razones para esta contrapropuesta: la primera y principal es que, tal como viene planteado el proyecto, continuará la grave sangría de recursos públicos, en detrimento de la educación inicial y escolar. La segunda es que, si a las instituciones de educación superior solo se les permite cobrar un copago a estudiantes del décimo decil, continuarán tan afligidas y anquilosadas como lo están ahora, con algunos burócratas fijando de manera centralizada aranceles de referencia para todo el sistema, matando así la innovación docente, la investigación y la extensión.
No somos ni Noruega ni Alemania, países donde la carga tributaria es más del doble que la chilena, y es por ello que ellos se pueden dar el lujo de otorgar enseñanza superior gratuita a casi todos.
Si conoces a algún parlamentario, dale tu opinión a la brevedad porque este proyecto de ley está en trámite AHORA.
Total% de acuerdo. Informé JouKaiser acerca de su columna. Tal vez tome acción.